Aquí y allá, mires donde mires, el fuego lo cubre todo. Hay explosiones por doquier; coches que vuelan descontrolados, envueltos en llamas, mientras decenas de enemigos se aferran desesperadamente al suelo tratando de escapar de su furia destructora. Rara vez lo consiguen. Les escuchas gritar; los ves revolverse como locos mientras se dirigen a las fauces de un tornado que puede con todo, que arrasa con todo, y del que a veces ni tan siquiera el protagonista de la saga Just Cause puede escapar. Y es increíble. Hay pocas cosas más divertidas que enfrentarse a este salvaje y caótico festival de explosiones que ahora también incluye catástrofes naturales.
Corres, disparas, algo explota a tu alrededor y sigues adelante. Así durante horas, sin un segundo de respiro, repitiendo en muchos casos el mismo tipo de misiones, los mismos tiroteos contra los mismos enemigos, pero lejos de aburrirte, harás frente a estos desafíos con una gran sonrisa en la cara, disfrutando de cada paso que das por la bella y exótica tierra de Solís, que es un gigantesco escenario de batalla de 1024 kilómetros cuadrados.
No te aburres, no, pero Just Cause 4 sí deja con cierto regusto amargo precisamente por no innovar demasiado y, sobre todo, por no sacar provecho a las nuevas y locas opciones con las que cuenta Rico Rodriguez. Tornados, tormentas de arena, rayos… ¡todo eso es genial!,pero casi que el juego pasa de puntillas por ese brutal caos dejándote con ganas de más, de mucho más. Ya no solo por las pocas misiones en las que de verdad intervienen estos mortíferos elementos de la naturaleza, es que tampoco la acción se centra demasiado en ellos. Con las tormentas, veremos las descargas eléctricas hacer saltar por los aires todo lo que se cruce en su camino, mientras la arena dificultará notablemente la visibilidad y hasta el movimiento del héroe, al que las ráfagas de viento impedirán usar con naturalidad su paracaídas.
Deja con cierto regusto amargo precisamente por no innovar demasiado¿Tornados? Se hacen de rogar pero son gloria bendita. Ver cómo todo a tu alrededor se ve atrapado por la fuerza del viento; cómo hasta los elementos más grandes del escenario empiezan a moverse poco a poco hasta, finalmente, explotar justo sobre nuestras cabezas es un espectáculo digno de ser vivido. Precisamente por ello se echan en falta más momentos así. Es como que Avalanche Studios tenía en sus manos el Santo Grial de los sandbox y han terminado perdiéndolo en alguno de los exóticos parajes de Solís. Es una pena.
Un divertido festival de explosionesQue hay un gran potencial desaprovechado es una sensación que no desaparece durante las cerca de 20 horas que puede llevarte completar el modo historia de Just Cause 4, siempre que dejes de lado las muchas otras actividades secundarias que propone el videojuego de los autores del prometedor RAGE 2. Cuando muestra sus grandes fortalezas es uno de los mejores sandbox que puedes encontrar en el mercado gracias a su trepidante ritmo de la acción, sus alocadas acrobacias y los tiroteos con decenas de explosiones sucediendo a tu alrededor. Es casi como estar dentro de una película de Michael Bay por la rapidez y contundencia con la que todo ocurre, pero con demasiada prontitud el videojuego entra en un bucle del que ya no sale, enfrentándote una y otra vez al mismo tipo de desafíos con escasas variaciones. Y es una verdadera lástima.
Hay montones de actividades por realizar durante la partida, aunque hay pocas variacones: acrobacias, velocidad o búsqueda de templos son algunas de ellas.
Cuando la historia avanza y te enfrentas a retos únicos Just Cause 4 es una experiencia increíblemente divertida pero, desgraciadamente, no hay tantas misiones del estilo como me hubiera gustado. Las sensaciones son mejores que con Just Cause 3, sí, pues el ritmo de los combates no decae y la conquista de Solís se siente más natural, nada forzada, al no ser necesario ir de ciudad en ciudad derribando estatuas. Luchas, ganas puntos de mando (escuadrones), y haces avanzar el frente un poquito más, desbloqueando por el camino nuevas actividades y misiones de historia. Lo malo es que esta lucha por el territorio se siente estática.
No hay rifirrafes entre rebeldes y opresores; una vez tomas una región esta será tuya para siempre; que no está mal, pero le resta algo de vidilla a la lucha, pues los frentes de batalla son algunos de los lugares más espectaculares del videojuego. Hay explosiones por doquier, disparos, soldados corriendo de aquí para allá; y ese estruendo, y esos destellos de luz, resultan casi hipnóticos. También sorprende la fluidez con la que encadenas los movimientos de Rico Rodriguez; cómo pasas de correr y disparar como en cualquier otro videojuego de acción, a abalanzarte como un animal sobre los rivales gracias al gancho, coger altura con el paracaídas y terminar rematando al rival con una feroz patada en la cara.
Puedes personalizar el uso del gancho para adaptarlo a tus necesidades. Hay opciones más que interesantes, aunque en la acción real tienen pocos usos.
Precisamente el gancho es uno de los artilugios que más cambia en esta secuela, presentando varios usos alternativos que sobre el papel son increíbles pero que, por desgracia, en la práctica tienen un uso testimonial. Puedes hacer que dos objetos se atraigan hacia sí mismos, o bien lanzar por los aires cualquier cosa -¡incluidas personas!- gracias a unos globos aerostáticos al más puro estilo Metal Gear Solid V, o usar fuertes impulsos de energía para… bueno, para ser lo más canallas posibles. Con el paso de la aventura, conforme ganes presencia en Solís, desbloquearás usos adicionales como globos explosivos, mayor fuerza de agarre o incluso ganarás control sobre la potencia y fuerza del gancho.
Como digo, sobre el papel es genial porque tienes libertad para ser terriblemente malo con los enemigos que te rodean. ¿Un coche bloquea tu camino? Elévalo con globos y luego métele un fuerte impulso para que arrase con todo lo que se ponga en su camino. O qué demonios. Pon propulsores en las ruedas de un coche, arranca, actívalos… ¡y a volar! Y seguramente, a morir en una brutal explosión. Pero esa es precisamente la gracia de Just Cause 4.
En este videojuego todo vale, y cuanto más loca se vuelve su acción, más disfrutas de sus combates. Por eso cuesta no sentirse decepcionado cuando se han sacado tan poco provecho a sus grandes novedades. Los tornados están ahí, pero su presencia es testimonial. ¿Las armas? También hay algunas geniales, como la que permite crear tormentas eléctricas o lanzar potentes ráfagas de viento, pero al final el juego de Avalanche Studios se siente como una oportunidad desaprovechada. Es divertido, mucho, y adictivo, pero también demasiado continuista, nada arriesgado a la hora de plantear nuevos retos.
El diseño de misiones es, en general, bastante simple, sin ofrecer retos que se salgan de lo habitual. No significa que sea aburrido, para nada, pero llega un punto en el que te cansas de hacer siempre lo mismo. Hackea esto, desactiva esto otro, y ahora defiende la posición durante unos minutos. Hay pocas variaciones, lo que termina restándole algo de atractivo al conjunto final. Las pruebas de acrobacias, las de velocidad, la búsqueda de ruinas ancestrales; hay mucho por hacer en Solís y, ciertamente, las horas se pasan volando en este sandbox, lo que dice mucho en favor de Just cause 4.
Just Cause 4 supone un buen paso adelante por la amplitud del mapeado¿La historia? Una excusa para llevarte de aquí para allá pegando tiros, pero una excusa divertida, que se sigue con interés, y que en algunos puntos atrapa de tal modo que deseas seguir adelante para descubrir qué ocurrirá en la exótica isla donde tiene lugar la acción del videojuego. En este sentido, el escenario de juego es una auténtica pasada; un paraje hermoso, vistoso, colorido y variado, pues además de selvas y zonas costeras, incluye desiertos, montañas nevadas, entornos agrículos, minas… y casi que cualquier cosa que se te pase por la cabeza, pues no falta de nada. En algunos aspectos el videojuego luce peor que su antecesor, como por ejemplo la recreación del agua, y en otros no parece haber un gran avance tecnológico, pero visto al detalle, Just Cause 4 supone un buen paso adelante por la amplitud del mapeado y la atención por el detalle. Sin olvidar, claro, su genial motor de física que nos regala momentos tan locos e increíbles como ver decenas de objetos siendo arrastrados por la furia de un tornado.
Dar con las ruinas es el primer paso para resolver el misterio; luego hay que descubrir cómo abrir las puertas de la tumba. ¡Y es divertido!
Solís es un entorno gigantesco que invita a ser explorado gracias al gran trabajo de los artistas de Avalanche Studios. Cierto es que las ciudades, visto el brutal trabajo realizado por Insomniac Games con Spider-Man, no tienen un acabado tan impresionante; ni tan siquiera si se comparan con las del anterior capítulo de la saga, pero en líneas generales pocas pegas se le pueden poner al diseño del mapeado y su acabado. Si tenéis Xbox One X, el videojuego luce espectacular, con una notable fluidez y genial atención por el detalle. La versión de PC es algo más quisquillosa. Se ve muy bien pero el rendimiento no es el mejor en estos momentos, ni tan siquiera en equipos potentes, creando la extraña sensación de ver en ocasiones un videojuego menos vistosos que su antecesor.
En cuanto al sonido, Just Cause 4 llega a las tiendas con doblaje al español, lo que es de agradecer. Las voces en general está muy bien, permitiéndote pegar tiros a lo loco sin tener que andar leyendo subtítulos. Los efectos de sonido son igualmente buenos, con especial mención a las explosiones, que son grandes protagonistas del videojuego. ¿La música? Realmente buena. Por un lado tenemos la banda sonora del juego, que ameniza a la perfección las escenas de acción, pero no podemos olvidar tampoco la radio, que cuenta con múltiples emisoras con canciones latinas de todos los estilos imaginables, además de curiosos debates radiofónicos que ayudan a meterse algo más en la historia de Solís.
Aquí y allá, mires donde mires, el fuego lo cubre todo. Hay explosiones por doquier; coches que vuelan descontrolados, envueltos en llamas, mientras decenas de enemigos se aferran desesperadamente al suelo tratando de escapar de su furia destructora. Rara vez lo consiguen. Les escuchas gritar; los ves revolverse como locos mientras se dirigen a las fauces de un tornado que puede con todo, que arrasa con todo, y del que a veces ni tan siquiera el protagonista de la saga Just Cause puede escapar. Y es increíble. Hay pocas cosas más divertidas que enfrentarse a este salvaje y caótico festival de explosiones que ahora también incluye catástrofes naturales.
Corres, disparas, algo explota a tu alrededor y sigues adelante. Así durante horas, sin un segundo de respiro, repitiendo en muchos casos el mismo tipo de misiones, los mismos tiroteos contra los mismos enemigos, pero lejos de aburrirte, harás frente a estos desafíos con una gran sonrisa en la cara, disfrutando de cada paso que das por la bella y exótica tierra de Solís, que es un gigantesco escenario de batalla de 1024 kilómetros cuadrados.
No te aburres, no, pero Just Cause 4 sí deja con cierto regusto amargo precisamente por no innovar demasiado y, sobre todo, por no sacar provecho a las nuevas y locas opciones con las que cuenta Rico Rodriguez. Tornados, tormentas de arena, rayos… ¡todo eso es genial!,pero casi que el juego pasa de puntillas por ese brutal caos dejándote con ganas de más, de mucho más. Ya no solo por las pocas misiones en las que de verdad intervienen estos mortíferos elementos de la naturaleza, es que tampoco la acción se centra demasiado en ellos. Con las tormentas, veremos las descargas eléctricas hacer saltar por los aires todo lo que se cruce en su camino, mientras la arena dificultará notablemente la visibilidad y hasta el movimiento del héroe, al que las ráfagas de viento impedirán usar con naturalidad su paracaídas.
Deja con cierto regusto amargo precisamente por no innovar demasiado¿Tornados? Se hacen de rogar pero son gloria bendita. Ver cómo todo a tu alrededor se ve atrapado por la fuerza del viento; cómo hasta los elementos más grandes del escenario empiezan a moverse poco a poco hasta, finalmente, explotar justo sobre nuestras cabezas es un espectáculo digno de ser vivido. Precisamente por ello se echan en falta más momentos así. Es como que Avalanche Studios tenía en sus manos el Santo Grial de los sandbox y han terminado perdiéndolo en alguno de los exóticos parajes de Solís. Es una pena.
Un divertido festival de explosionesQue hay un gran potencial desaprovechado es una sensación que no desaparece durante las cerca de 20 horas que puede llevarte completar el modo historia de Just Cause 4, siempre que dejes de lado las muchas otras actividades secundarias que propone el videojuego de los autores del prometedor RAGE 2. Cuando muestra sus grandes fortalezas es uno de los mejores sandbox que puedes encontrar en el mercado gracias a su trepidante ritmo de la acción, sus alocadas acrobacias y los tiroteos con decenas de explosiones sucediendo a tu alrededor. Es casi como estar dentro de una película de Michael Bay por la rapidez y contundencia con la que todo ocurre, pero con demasiada prontitud el videojuego entra en un bucle del que ya no sale, enfrentándote una y otra vez al mismo tipo de desafíos con escasas variaciones. Y es una verdadera lástima.
Hay montones de actividades por realizar durante la partida, aunque hay pocas variacones: acrobacias, velocidad o búsqueda de templos son algunas de ellas.
Cuando la historia avanza y te enfrentas a retos únicos Just Cause 4 es una experiencia increíblemente divertida pero, desgraciadamente, no hay tantas misiones del estilo como me hubiera gustado. Las sensaciones son mejores que con Just Cause 3, sí, pues el ritmo de los combates no decae y la conquista de Solís se siente más natural, nada forzada, al no ser necesario ir de ciudad en ciudad derribando estatuas. Luchas, ganas puntos de mando (escuadrones), y haces avanzar el frente un poquito más, desbloqueando por el camino nuevas actividades y misiones de historia. Lo malo es que esta lucha por el territorio se siente estática.
No hay rifirrafes entre rebeldes y opresores; una vez tomas una región esta será tuya para siempre; que no está mal, pero le resta algo de vidilla a la lucha, pues los frentes de batalla son algunos de los lugares más espectaculares del videojuego. Hay explosiones por doquier, disparos, soldados corriendo de aquí para allá; y ese estruendo, y esos destellos de luz, resultan casi hipnóticos. También sorprende la fluidez con la que encadenas los movimientos de Rico Rodriguez; cómo pasas de correr y disparar como en cualquier otro videojuego de acción, a abalanzarte como un animal sobre los rivales gracias al gancho, coger altura con el paracaídas y terminar rematando al rival con una feroz patada en la cara.
Puedes personalizar el uso del gancho para adaptarlo a tus necesidades. Hay opciones más que interesantes, aunque en la acción real tienen pocos usos.
Precisamente el gancho es uno de los artilugios que más cambia en esta secuela, presentando varios usos alternativos que sobre el papel son increíbles pero que, por desgracia, en la práctica tienen un uso testimonial. Puedes hacer que dos objetos se atraigan hacia sí mismos, o bien lanzar por los aires cualquier cosa -¡incluidas personas!- gracias a unos globos aerostáticos al más puro estilo Metal Gear Solid V, o usar fuertes impulsos de energía para… bueno, para ser lo más canallas posibles. Con el paso de la aventura, conforme ganes presencia en Solís, desbloquearás usos adicionales como globos explosivos, mayor fuerza de agarre o incluso ganarás control sobre la potencia y fuerza del gancho.
Como digo, sobre el papel es genial porque tienes libertad para ser terriblemente malo con los enemigos que te rodean. ¿Un coche bloquea tu camino? Elévalo con globos y luego métele un fuerte impulso para que arrase con todo lo que se ponga en su camino. O qué demonios. Pon propulsores en las ruedas de un coche, arranca, actívalos… ¡y a volar! Y seguramente, a morir en una brutal explosión. Pero esa es precisamente la gracia de Just Cause 4.
En este videojuego todo vale, y cuanto más loca se vuelve su acción, más disfrutas de sus combates. Por eso cuesta no sentirse decepcionado cuando se han sacado tan poco provecho a sus grandes novedades. Los tornados están ahí, pero su presencia es testimonial. ¿Las armas? También hay algunas geniales, como la que permite crear tormentas eléctricas o lanzar potentes ráfagas de viento, pero al final el juego de Avalanche Studios se siente como una oportunidad desaprovechada. Es divertido, mucho, y adictivo, pero también demasiado continuista, nada arriesgado a la hora de plantear nuevos retos.
El diseño de misiones es, en general, bastante simple, sin ofrecer retos que se salgan de lo habitual. No significa que sea aburrido, para nada, pero llega un punto en el que te cansas de hacer siempre lo mismo. Hackea esto, desactiva esto otro, y ahora defiende la posición durante unos minutos. Hay pocas variaciones, lo que termina restándole algo de atractivo al conjunto final. Las pruebas de acrobacias, las de velocidad, la búsqueda de ruinas ancestrales; hay mucho por hacer en Solís y, ciertamente, las horas se pasan volando en este sandbox, lo que dice mucho en favor de Just cause 4.
Just Cause 4 supone un buen paso adelante por la amplitud del mapeado¿La historia? Una excusa para llevarte de aquí para allá pegando tiros, pero una excusa divertida, que se sigue con interés, y que en algunos puntos atrapa de tal modo que deseas seguir adelante para descubrir qué ocurrirá en la exótica isla donde tiene lugar la acción del videojuego. En este sentido, el escenario de juego es una auténtica pasada; un paraje hermoso, vistoso, colorido y variado, pues además de selvas y zonas costeras, incluye desiertos, montañas nevadas, entornos agrículos, minas… y casi que cualquier cosa que se te pase por la cabeza, pues no falta de nada. En algunos aspectos el videojuego luce peor que su antecesor, como por ejemplo la recreación del agua, y en otros no parece haber un gran avance tecnológico, pero visto al detalle, Just Cause 4 supone un buen paso adelante por la amplitud del mapeado y la atención por el detalle. Sin olvidar, claro, su genial motor de física que nos regala momentos tan locos e increíbles como ver decenas de objetos siendo arrastrados por la furia de un tornado.
Dar con las ruinas es el primer paso para resolver el misterio; luego hay que descubrir cómo abrir las puertas de la tumba. ¡Y es divertido!
Solís es un entorno gigantesco que invita a ser explorado gracias al gran trabajo de los artistas de Avalanche Studios. Cierto es que las ciudades, visto el brutal trabajo realizado por Insomniac Games con Spider-Man, no tienen un acabado tan impresionante; ni tan siquiera si se comparan con las del anterior capítulo de la saga, pero en líneas generales pocas pegas se le pueden poner al diseño del mapeado y su acabado. Si tenéis Xbox One X, el videojuego luce espectacular, con una notable fluidez y genial atención por el detalle. La versión de PC es algo más quisquillosa. Se ve muy bien pero el rendimiento no es el mejor en estos momentos, ni tan siquiera en equipos potentes, creando la extraña sensación de ver en ocasiones un videojuego menos vistosos que su antecesor.
En cuanto al sonido, Just Cause 4 llega a las tiendas con doblaje al español, lo que es de agradecer. Las voces en general está muy bien, permitiéndote pegar tiros a lo loco sin tener que andar leyendo subtítulos. Los efectos de sonido son igualmente buenos, con especial mención a las explosiones, que son grandes protagonistas del videojuego. ¿La música? Realmente buena. Por un lado tenemos la banda sonora del juego, que ameniza a la perfección las escenas de acción, pero no podemos olvidar tampoco la radio, que cuenta con múltiples emisoras con canciones latinas de todos los estilos imaginables, además de curiosos debates radiofónicos que ayudan a meterse algo más en la historia de Solís.